sábado, 4 de abril de 2009

Skwinkles green apple

Todo empezó un jueves por la tarde, cuando me di la tarea de probar unos dulces verdes que vi en un supermercado que por cierto, tenían un empaque simpático y pinta de ser ricos como las gomitas ácidas.
La curiosidad me invadió y compré los dulces, eran una especie de tiritas verdes con un supuesto sabor a manzana. Abrí el paquete y proseguí a ingerirlos.
De repente, esa sustancia tóxica antiplanetaria atravesó mi garganta, llegando al extremo de ocasionar daños irreparables en mi amado organismo compuesto por células cósmicas. Todas las conexiones neuronales que tenía hasta el momento dejaron de existir, le gané a la niña de El exorcista en convulsiones. No puedo describir con palabras exactas lo que sentí en ese momento, sólo sé que fue horrible, sentí que perdía las ganas de vivir y empecé a involucionar de una forma lenta y dolorosa.
Su sabor era raro, parecía plástico con azúcar. A estas alturas de la vida no entiendo de dónde sale el título de “sabor a manzana verde”. Sería interesante averiguar qué es manzana verde para el que hizo esa malvada mezcla, tal vez esa persona perdió contacto con el mundo hace rato y probablemente en vez de críticas necesite un poco de amor y comprensión.
Hay otro aspecto importante de esas nefastas tiras de caucho: desarrollan la mandíbula. Con eso no sólo podrás masticar dulces, sino acero inoxidable. También existe otra posibilidad: que el señor Skwinkle (el que hizo las tiritas) sea un imitador diferido de John el de Saw (Juegos macabros), o un asesino en serie de carácter pasivo que quiera acabar con la humanidad.
Voy a ejecutar mi plan de investigación cósmico-psicológico para averiguar qué ocurre con ese individuo.

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