sábado, 14 de marzo de 2009

PAIRS (Psychological Automatic Immune-Response Syndrome) frente a cazadores compulsivos de incautos consumidores

Cada vez que voy caminando por el pasillo de un supermercado, me tomo la molestia de verificar que no esté la señora encargada de promocionar salsa de tomate —o en su debido defecto, atún—.
Antes de dirigirme hacia la zona en cuestión, me preparo psicológicamente para inhibir futuras respuestas ofídicas que puedan ocasionarle una terrible crisis narcisista [a la señora —que después de todo, cumple con su trabajo—]. Luego prosigo a diez mil kilómetros por hora tratando de soportar la ceguera mental que menciona Gladwell en su libro.

- ¿Vas a llevar la nueva salsa de tomate Fruco con 35 gramos más de contenido, cero colesterol y baja en calorías?
- No, gracias.
- Pero es rica.
- No, gracias, la verdad ahora no estoy buscando salsa, muy amable.
- ¿Entonces no vas a llevar la nueva salsa de tomate Fruco?
- No.
- Mira que es baja en calorías, con cero colesterol, hecha con tomates frescos y sin conservantes, no engorda ni brota la cara; la ideal para tu salud.
- No, gracias.
- ¡Pero es rica!

El acoso moral continúa hasta que mi plano mental llegue al extremo de permanecer ausente, todo esto es producto de una excesiva saturación cognitiva.
Después le increpo con una sonrisa prefrontal y me alejo con gran desasosiego. En lo que atañe a la sonrisa prefrontal, debo admitir que en algunas situaciones el grado de estrés es tan grande que las circunstancias me obligan a defender mi vehículo planetario (el cuerpo) de todas las amenazas a como de lugar.
Es que uno nunca sabe qué problema pueda tener la otra persona. ¿Qué tal que la señora tenga un daño en los frenos inhibidores del sistema límbico?, ¿qué tal que saque un cuchillo y me mate en pleno supermercado? —Uno nunca sabe—.
La última vez que fui víctima de semejante monstruosidad, tuve alteraciones en el telencéfalo y prolongados episodios de terror nocturno. Gracias a esa experiencia, mi atención selectiva se desarrolló inconscientemente y ahora cada vez que paso por el lugar mi inconsciente adaptativo me proporciona una señal de tipo ¡Peligro, tu integridad física está a punto de desaparecer! Y preciso, ahí está.

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